Despedidas sin adiós, y reencuentros no planeados… ¿Y mi equipaje? [con Angie]

Desperté temprano y luego de ducharme y desayunar fui hacia el aeropuerto ¿La razón? Llevaba ya dos meses trabajando allí como azafata, antes de salir me vi en el espejo, traía el uniforme de azafata que consistía en una camisa blanca, una falda azul, un chaleco del mismo color y unos zapatos negros "Ridícula, pero es lo que hay" me dije a mi misma antes de salir de mi departamento y dirigirme al aeropuerto.Ese día me tocaba ir a...Alaska de ida y vuelta ¿Por qué a mi? Pero necesitaba el dinero para pagar el departamento en el que me estaba quedando así que no me opuse para nada.

De ida no hubo muchos pasajeros y pude quedarme un largo rato apreciando la hermosa vista que había en Alaska, el clima frío me trajo tantos recuerdos que preferí ignorar al ver subir a todos los pasajeros "De ida si habrá trabajo"Pensé al ver al grupo de personas que ingresaban al avión.

El viaje se me había hecho extremadamente largo y agotador, la mayoría de los pasajeros que viajaron ese día me habían tratado como a una sirvienta, todavía no podía entender como había continuado paciente durante todo el vuelo "Como sea, el día termino y mañana es día de paga, será mejor salir de éste estúpido lugar lo antes posible"

Y justo en el momento en el que iba a salir del aeropuerto pasé frente a la cafetería del lugar, el aroma a chocolate caliente hizo que detenga mi paso y sin dudarlo ingrese a aquel lugar y ordene aquella delicia acompañado por unas galletas de chocolate "Delicioso" Pensé mientras me sentaba en una mesa vacía del lugar.

Poco a poco vi como en el lugar había cada vez más personas, tantas que la única mesa disponible estaba junto a mi. El chocolate y las galletas se encontraban deliciosos, degustaba detenidamente aquella delicia que tenía frente a mi, todo parecía perfecto hasta que oí el tono de mi celular haciendo que toda la paz que había adquirido en esos momentos se acabara en escasos segundos.

Al tomar el pequeño aparato vi que se trataba de Jhon, el jefe de la aerolínea y dando un suspiro de pesadez, contesté el teléfono.

-Aquí Janeth, ¿que sucede?- Si, había dicho Janeth, ese era el nombre que había tomado para no revelar mi identidad, prefería tener la menor relación posible con las personas que eran mis "compañeros" en aquel lugar.

-¡Janeth! tenemos un problema, la incompetente de Marie ah vuelvo a equivocar las maletas de los pasajeros y le dio la del señor Robert ¡A un pasajero de la segunda clase!- A Jhon se lo oía preocupado ¿Y como no estarlo? si el "Señor Robert" era uno de los principales inversores de la empresa y además de eso una de las personas que me trato como una sirvienta durante todo el vuelo y por esa razón, no pensaba mover un dedo para encontrar su maleta.-Ya le avisé a todas las azafatas que estén atentas si ven a alguien con una maleta de color negra con algunos dibujos de estrellas, si ves a alguien con una maleta de esas características, por favor hazmelo saber.- No prestaba mucha atención a lo que Jhon decía, si se pierde una maleta y más de un pasajero de primera clase (seguramente tenía cosas de valor en el) es casi imposible que lo puedan recuperar.

-Haré lo que pueda.- Al decir eso finalicé la llamada, en realidad no pensaba moverme de aquel lugar "Eso les pasa por andar de mandones durante todo el vuelo" pensé mientras bebí un poco de mi chocolate...

Hacía cinco minutos que me había levantado de la butaca para ir a comer, pero los únicos locales por los que había pasado vendían comida internacional. Decidí caminar un poco más, sino hallaba un local que me convenciera, compraría galletas en alguna expendedora, pero al fin, en ese momento llegue a la cafetería.
No era un lugar muy grande y ya estaba casi lleno, pero ese olor que expedía, me regresaba un poco de tranquilidad.
Entre y busque una mesa. “¡La última mesa libre! Creo que la suerte no me abandono por completo”. Sonreí para mis adentros.
A escasos momentos, una mesera llego hasta mi lugar para tomarme la orden.
— ¿Qué desea ordenar? – Me pregunto con una sonrisa.
— Un chocolate y dos buñuelos. – Dije con mejor actitud.
— Al parecer hoy está de moda el chocolate. – Dijo risueña.

Yo solo me limite a sonreír ante aquello, aun si el chocolate no estuviera de moda, de todas formas lo pediría.

Al parecer no era la única con día difícil, junto a mí había otra chica sola, llevaba el uniforme de azafata, y hablaba por su celular con una expresión similar al desinterés. En ese momento a mi mesa llego una humeante taza, y dos buñuelos en un plato.
— Gracias. – Le dije a la mesera, quien se dirigió a otra mesa para tomar más pedidos.

Lance un suspiro. — Ya tendré tiempo para volver a estresarme. – Dije para mí, dando un sorbo a mi chocolate.

Ciertamente, mi intención era aislarme del mundo, e ignorar la cantidad de gente que había alrededor, pero hubo algo…
la chica de la otra mesa tenía algo que llamo mi atención. No sabía que era con certeza, tan solo me resultaba… ¿Familiar? “De donde, si en mi vida he cruzado palabra con ella”. Pensé volviendo mi atención a mi desayuno-almuerzo.

Y sin siquiera inmutarme con aquella llamada seguí bebiendo mi chocolate en completa calma, de repente sentí la fija mirada de alguien sobre mi y al girar a mi derecha me encontré con la curiosa mirada de una pelinegra que se encontraba en la mesa de al lado.

Al verla un escalofrío recorrió mi cuerpo entero e instintivamente me llevé mi mano derecha a mi relicario que se encontraba casi oculto por la camisa que llevaba puesta "¿Qué fue eso?" Me pregunté volviendo a ocultar el relicario entre mi camisa y volvía mi vista hacia la humeante taza de chocolate que tenía en frente.

Me llevé una vez más mis manos al relicario -No sé porqué demonios sigo conservando ésta cosa- Murmuré sujetando aquella pieza de oro con fuerza y luego de algunos segundos la volví a dejar colgando de mi cuello, algo oculto entre mi camisa.

Mi mirada se fijo nuevamente en la chica de al lado, algo dentro de mi me decía que la conocía de algún lado ¿Pero de dónde? "Tal vez la vi en algún viaje" Me dije, pero eso no era convincente, ni para mi, ni mucho menos para mi subconsciente que insistía en que yo le dirigiera la palabra, "Pero, ¿Qué le diré? ¡Hola ¿Sabes? creo que te conozco de otra vida o algo ¿Puedo sentarme contigo?" Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al pensar aquello y fue entonces cuando bajé mi vista a los pies de la chica y me encontré con una maleta, ¡Exactamente como me la había descrito Jhon! "la excusa perfecta para hablarle"

-Disculpa.- Dije para llamar su atención.-¿Es esa tu maleta? Es que soy azafata y un pasajero reportó la pérdida de una maleta con esas características y estábamos en su búsqueda.- Dije hablando lo más educadamente que me fue posible y con una sonrisa en mi rostro, la verdad, me importaba un pepino la bendita maleta, pero la chica me despertaba intriga y debía saber quien era...

-Disculpa.- Al escuchar esa voz, un escalofrió recorrió mi cuerpo. No había explicación alguna para esa sensación, puesto que la voz denotaba amabilidad. Lentamente alcé la vista (como si tuviera temor de lo que pudiera ver) hacia la azafata que había visto en un principio, — ¿Es esa tu maleta? Es que soy azafata y un pasajero reportó la pérdida de una maleta con esas características y estábamos en su búsqueda.-

— No, esta no es mi maleta. – Dije mirándola con intriga. ¿Por qué tendré esta extraña sensación? Parpadee un par de veces, como despertando de mi trance, y le sonreí. Debo dejar la paranoia a un lado. Seguramente es por el cambio de clima; desde que llegué tengo estos raros escalofríos. — Eso quiere decir… – Me levante contenta, a pesar de lo tedioso que se había puesto el día, yo iba a recuperar mi equipaje. — ¡Qué bien! Eso significa que tendré de vuelta mi maleta, ¿cierto? – Le pregunte entusiasmada.

Saque dinero del bolsillo de mi pantalón, y puse sobre la mesa, dentro de la carta. — Mesera, aquí dejo la cuenta pagada. – Avise. Mire a la joven rubia. — y… ¿a dónde hay que ir? – Le pregunte amistosamente, ignorando esa persistente sensación. Algo había, pero no podía ser algo malo, o por lo menos eso parecía. Vaya, sus ojos son del mismo color que los míos. Pensé al notar aquello.
Tome la maleta, dispuesta a seguirle.

— Por cierto, mi nombre es Samanta. – Dije con una sonrisa, ya que el recuperar mis pertenencias me había mejorado el día.

off: lamento si tarde, lo que pasa es que ya volví a mi trabajo, por lo que me será un poco complicado conectarme constantemente. Pero seguiré cuidando las obligaciones x3

Y nuevamente el mismo hormigueo recorrió mi cuerpo "¿Qué me está pasando?" Me pregunté mientras oía hablar a la chica.-Ven, te llevaré a la oficina de mi jefe, allí te espera tu maleta y el dueño de esa.- Dije colocando en la mesa el dinero por el chocolate y las galletas.

Cuando ella mencionó su nombre, supe que jamás había oído de ella pero entonces ¿A qué se debía aquella sensación de que ya la conocía? No tenía idea, pero estaba dispuesta a averiguar quién era esa chica y de donde venía a como de lugar.

Dudé un poco cuando me tocó presentarme, no sabía si decirle mi verdadero nombre o "Janeth" como todos allí me conocían.-Mi nombre es Janeth, un gusto conocerte Samanta.- Hablé con una pequeña sonrisa.-Vamos, te llevo a la oficina de mi jefe.- Comencé a caminar a la par de la chica con sólo una cosa en mi cabeza, averiguar quién era Samanta...

—Mi nombre es Janeth, un gusto conocerte Samanta. – Me dijo. Janeth... ¿Por qué persiste esta rara sensación, si apenas la acabo de conocer? — Vamos, te llevo a la oficina de mi jefe. –
Comenzamos a caminar.

En lugar de ir hacia abajo o por las escaleras, tomamos un elevador (aparentemente de uso exclusivo para el personal autorizado).
No pude evitar un estremecimiento por ser un lugar cerrado. Trague saliva, y me lleve la mano izquierda cerca del pecho, para sujetar mi relicario y tranquilizarme un poco.
En unos momentos saldrás de esto. Cerré los ojos y trate de respirar lento para calmar los nervios.

En unos instantes se detuvo el elevador, y abrió su puerta. Caminamos por un pasillo hasta la oficina de su jefe.

Noté lo tensa que se puso Samanta al subir al elevador "Tal vez sea claustrofobica" pensé tratando de concentrarme en otra cosa que no sea esa rara sensación, miré mi reflejo en espejo que rodeaba a las paredes del ascensor, acomodé mi cabello el cual estaba más que alborotado y también acomodé mi uniforme, miré a un lado del espejo y noté algo que hizo que mi piel se erizara por completo.

En el reflejo de Samanta noté que ella se llevaba una de sus manos cerca del pecho y tocaba un relicario, completamente igual al mío, giré lentamente y vi que el reflejo no me engañaba, y que del cuello de la chica colgaba aquel mismo relicario que yo traía.

Quedé como en shock por unos cuantos segundos ¿Cómo podía ella tener aquel relicario? salí de mi trance cuando las puertas del elevador se abrieron y al ver como Samanta comenzaba a caminar y tuve que hacerlo también, caminamos por el largo pasillo hasta llegar a la oficina de mi jefe, me quedé quieta por unos segundos, supongo que seguía asimilando lo sucedido anteriormente, pero al ver la maleta que Samanta traía con ella recordé lo que habíamos ido a hacer y golpeé la puerta de Jhon.

-¡Yo sabía que tu lo ibas a hacer!- Exclamó Jhon al abrir la puerta y ver a Samanta con la maleta, yo lo miré y le di una pequeña y débil sonrisa.

-Yo...no hice nada, me encontré a Samanta de casualidad y ella traía la maleta.- Explique.-Creo que más bien la maleta me encontró a mi.- A causa de aquel comentario Jhon dejó escapar una risa "¿Por qué demonios está tan amable?" Pensé, Jhon no era nada bueno con sus empleados y tampoco tenía fama de reirse de las cosas que decían sus empleados.

-Adelante, pasen.- Jhon se apartó de la puerta e ingresamos a su oficina, donde nos esperaba un hombre de aproximadamente 25 años, alto, de cabello castaño y de unos llamativos ojos color miel, iba vestido con un traje y de inmediato lo reconocí: El dueño de la maleta, "el señor Robert" "Eso explica porque Jhon estaba tan amable.

-Señor Robert- Murmuré por lo bajo mas para que Samanta sepa quien era aquel hombre que para saludarlo, él al oírme dejó de lado su taza de té y elevó su vista hacia nosotras.

-Como siempre un placer verla señorita.- Él me conocía de algunos viajes que había hecho en esos últimos días y en los que yo había sido su azafata.-Me alegra ver que tienes un buen personal a tu servicio.- Dijo Robert mirando a Jhon quien se encontraba detrás de nosotras. Robert se levantó de su lugar y nos miró con una agradable sonrisa y luego se acercó a Samanta.-Y también me alegra saber que sigue habiendo gente de buen corazón que devuelve las cosas, y más cuando se trata de mi maleta.- Rodé los ojos al oírlo "¿Tiene que ser siempre tan egocéntrico?" caminó unos pasos atrás y tomó una maleta que se encontraba a su lado y se la extendió.-Esta debe ser la tuya.- Miré de reojo a Jhon el cual estaba más que feliz, seguro que después de eso la contribución que Robert aporta al aeropuerto sería mayor.-Espero que me acepten una recompensa.- Robert sacó su billetera y yo fruncí el ceño y coloqué mi mano sobre la suya impidiendo que sacara el dinero.

-Ni se moleste señor Robert, yo hice ésto por que es mi trabajo y ella sólo quiere recuperar su maleta.- Jhon me lanzó una mirada de reproche, tal vez él si hubiese aceptado el dinero, pero yo no estaba dispuesta a hacerlo y estaba segura de que Samanta tampoco...

— ¡Yo sabía que tu lo ibas a hacer! – Exclamo un hombre alto y de traje, quién nos había abierto la puerta.

Mire de soslayo a Janeth, y vi como gesticulaba una pequeña sonrisa, que a mi parecer se veía un poco forzada.

—Adelante, pasen.- Dijo mientras se apartaba de la puerta para cedernos el paso, y mientras entrabamos, pude ver el interior de esa oficina y a un hombre que podía entrar en la categoría de “guapo”, según los estándares; quien bebía algo, sentado en el escritorio del “jefe”.

— Señor Robert- Susurro Janeth.
El nombrado dejo lo que bebía, y nos miró.

La siguiente conversación, fue una mezcla de halagos y egocentrismo, elegante por su modo de expresarse, pero egocentrismo al fin de cuentas. Escuchaba la conversación (que más bien era una clase de discurso) con cortesía, puesto que gracias a él recuperaría mi equipaje. —Espero que me acepten una recompensa. – Escuché como último. Justo por ese comentario, una expresión de extrañeza se formó en mi rostro.
¿Recompensa? Yo sólo necesito mi equipaje. Y justo cuando iba a replicarlo, escuche una satisfactoria contestación por parte de Janeth.

— Ni se moleste señor Robert, yo hice ésto por que es mi trabajo y ella sólo quiere recuperar su maleta. –

— Así es. – Fue lo único que pude decir, con una sonrisa. No había nada más que agregar, que Janeth no hubiese dejado ya en claro.
Con una sonrisa en el rostro, recibí al fin mi equipaje.

— Pero,.. bueno, sería de muy mala educación rechazar la recompensa que el Señor Roberts ofrece. – Dijo de cierto modo ambicioso y con nerviosismo, con una mueca que me dejaba notar algo de desesperación.
— Sinceramente, – menee ligeramente la cabeza, para dar a notar de una manera sutil, mi desaprobación. — como ha dicho Janeth, me es suficiente recompensa con recuperar mi equipaje. – Ese hombre había decidido demostrar lo ambicioso que podía llegar a ser, en el momento menos indicado, y a pesar de que mi humor había mejorado, eso último había regresado el fastidio a mí. — Además, yo creo que el señor Robert es un pasajero tan importante para usted, que tal vez le parezca ofensivo recibir un pago por un servicio que accidentalmente, nos ha hecho perder un poco de nuestro tiempo. – Agregue de un modo cortes, pero que dejara en claro aquella desaprobación.

De cierta forma, era una clase de lección que le quería dar a entender, pero no podía evitar pensar al mismo tiempo, que tal vez era alguna clase de venganza por mi parte, al parecerme mal aquel comentario. Pero era tarde para meditar las cosas, cuando llegaba a ponerme de ese humor, no había nadie que lograra medir mis comentarios. — En todo caso, me permito la libertad de sugerirle que sea usted – señale al “jefe” – quien le ofreciera una recompensa a Janeth, puesto que aun siendo su trabajo, se tomó la amabilidad de dirigirme hasta aquí, en lugar de ignorar la situación y aprovechar para descansar.

— Bueno, viendo que todo al fin las cosas han vuelto a su respectivos dueños, me retiro. Gracias Señor Robert. – Y con ese último comentario, mi mal humor al fin iba a desaparecer, al igual que yo, si no se ofrecía nada más que retuviera mi partida.


off: realmente lamento todo lo que me estoy retrasando /: